La capacidad de adaptación en la mayoría de los ecosistemas y los sistemas socioecológicos será superada por el incesante cambio climático antropogénico.
Cuanto más se calienta el planeta, mayor es la amenaza para la naturaleza y mayores los problemas para la producción de alimentos o la disponibilidad de agua, la pérdida de la biodiversidad y la crisis climática son dos caras de la misma moneda.
Para entender la relación entre ambas crisis hay un ejemplo que muestra blanco sobre negro la realidad: el avance de la deforestación, la pérdida de miles y miles de hectáreas de bosque, incluso en pandemia ha encendido todas las alarmas, hay que frenar el cambio de uso de la tierra, es decir, reemplazar un ecosistema natural por otro artificial, los cambios en la biodiversidad afectan al clima, especialmente por su impacto en los ciclos de nitrógeno, carbono y de nuevo el agua.
El registro fósil nos dice que el rápido cambio climático puede ser un factor clave de las extinciones masivas, capaz de eliminar hasta el 90 % de todas las especies. Los expertos recomiendan que la protección debería alcanzar del 30% al 50%, tanto en la tierra como en mar. Las medidas de conservación deberían ir más allá con la creación de corredores para las migraciones, conectividad entres espacios naturales y una mejor integración de la gente en la naturaleza, hoy solo el 15% de la superficie terrestre y el 7,5% de los océanos están protegidos.
La regeneración de los ecosistemas es un modo efectivo de crear empleo en tareas como la protección de las costas, la prevención de inundaciones, la reducción de la erosión, la mejora de la calidad de los suelos, la eliminación de subsidios a la agricultura y la ganadería intensivas, la drástica reducción en el uso de fertilizantes y pesticidas, y el apoyo de prácticas como las diversificación de cultivos, la agroforestería o la agroecología podrían tener un efecto de mitigación del cambio climático equivalente de 3 a 6 gigatoneladas de CO2 al año y en cuanto a nuestras dietas y cómo producimos comida, se trata de un reto mayor, pues se calcula que a nivel global los sistemas de alimentos son responsables de entre el 21 y el 37% de las emisiones totales de los humanos.
Diversificar los cultivos de alimentos, mezclandolos con especies forestales nativas, así como volver a plantearse la agroecología, no solo tendrá buenos impactos en la biodiversidad y en detener el cambio climático, sino que permitirá que nos adaptemos mejor ante las olas de calor, las sequías, los incendios y hasta los brotes de enfermedades.
Kommentare