Su nombre en náhuatl es tetzontzapotl, que significa zapote color de tezontle, llamado así por su parecido al color de esta piedra.
El mamey es una de las frutas con más textura y color que tenemos en nuestro país, tan rica y nutritiva que permite al mexicano probarla en diferentes formas.
En el 2019 se sembró una superficie de 1, 731 hectáreas de mamey. El mamey pertenece a la familia del zapote, por lo que también es llamado zapote mamey o zapote colorado; se distingue por ser una fruta de forma ovalada, de cáscara delgada con textura áspera, su pulpa es de color rojizo y el sabor es dulce; mide de 8 a 20 cm y a su semilla se le llamada pixtle.
Su nombre en náhuatl es tetzontzapotl, que significa zapote color de tezontle, llamado así por su parecido al color de esta piedra. Suele encontrarse de manera silvestre en todo el año en los estados de Veracruz, Tabasco y Chiapas. Sin embargo es Yucatán el principal productor a nivel nacional con 13 mil 580 toneladas, seguido por Guerrero con 2 mil 666 toneladas y Veracruz con mil 328 toneladas; en total son 14 estados de la República Mexicana que lo producen en mil 460 hectáreas.
Este fruto se caracteriza por ser 75 por ciento de agua y tener alto contenido de carbohidratos, vitamina A, vitamina C, calcio, hierro así como fósforo. Su peculiar color se debe a su gran contenido de carotenos, los cuales tienen un efecto antioxidante que son esenciales para nuestra salud, ya que protegen las células y fortalecen el sistema inmunológico.
El mamey tiene diversos usos medicinales para tratar problemas oculares y digestivos. Por su parte, la semilla transformada en aceite, se ha empleado como tónico para reducir dolores musculares y reumáticos. El mamey es una fruta que gastronómicamente es muy versátil, utilizada para la elaboración de helados, dulces y licuados, además de ser un toque exótico en la elaboración de postres. Sin los productores mexicanos, esta fruta no podría llegar a nuestras mesas, privándonos de un dulce natural y altamente saludable.
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