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Estos son 5 animales muy pero muy raros


El planeta está plagado de especies que parecen fuera de este mundo, existen animales muy extraños y luego nos encontramos con estos cinco seres de aspecto rarísimo.


Pez tubícola chusco



Para comenzar con esta lista, tomemos el caso del pez tubícola chusco (Neoclinus blanchardi), que tiene un aspecto realmente espeluznante.


Los machos de esta especie del océano Pacífico pelean contra cualquier cosa que amenace sus huevos o su territorio y cuando lo hacen, abren sus bocas coloridas en un despliegue intimidante que en inglés se conoce como gaping (boqueo).


Las peleas de estos peces de 25 centímetros, llamados también blenias, son combates a empujones boca a boca.


Es la versión de lucha sumo de la naturaleza», dice George Burgess, ictiólogo del Museo de Historia Natural de Florida.


Watcharapong Hongjamrassilp, del Instituto de Oceanografía Scripps en California, agrega que los peces también utilizan sus aguzados dientes en estos enfrentamientos. De hecho, un modelo tridimensional del cráneo, creado por Adam Summers, de la Universidad de Washington, revela que poseen un juego de dientes impresionante.


Estos animales se conocen en inglés con el nombre de sarcastic fringehead: literalmente cabeza con flecos sarcástico. Los «flecos» de la primera parte de este extraño nombre se refieren a los cirros, unas estructuras delicadas, como antenas o peines, que tienen en la cabeza y que posiblemente sirven para detectar sustancias químicas de otros peces o percibir movimientos en el agua, todo desde la seguridad de sus madrigueras, explica Hongjamrassilp.


Burgess agrega que el adjetivo «sarcástico» se ha atribuido a su aspecto y a la rapidez con que atacan. Aunque sospecha que el apelativo «se debe más a su expresión facial que a la actitud belicosa que da nombre al animal» (por si no lo sabías, «agresivo» es sinónimo de «sarcástico»).


Sapo de Surinam



Las hembras de un anfibio sudamericano, literalmente, se rompen la espalda para parir.


Los sapos de Surinam (Pipa pipa) se desarrollan en huevos incrustados en el lomo de la madre y a la larga, eclosionan en orificios distribuidos como en panal, señala Greg Pauly, curador de herpetología en el Museo de Historia Natural del Condado de Los Ángeles (quienes padezcan de tripofobia, o el temor a los agujeros, quizá deban alejarse de estos seres).


Pese a las apariencias, prosigue Pauly, el sapo de Surinam es «un ejemplo estupendo de atención parental en las ranas», pues al llevar a sus crías dentro de la espalda, la madre los protege de depredadores y parásitos.


Murciélago frugívoro cabeza de martillo



Los machos de murciélago frugívoro cabeza de martillo (Hypsignathus monstrosus), una especie de África central, parecen murciélagos disfrazados de alces para Noche de Brujas. Sin embargo, hay una razón para que tengan esos hocicos enormes.


El macho emite graznidos (escucha) para atraer parejas, informa Rob Mies de Organization for Bat Conservation, en Michigan. Y pone mucho amor en sus canciones: la laringe del macho ocupa más de la mitad de su cuerpo.


Los chicos se reúnen en grupos de solteros llamados leks (arenas), y agitan las alas cuando se acercan las hembras.


«Este despliegue de cantos y aleteos es todo un espectáculo», asegura Mies. Y le creemos. La envergadura de las alas de los machos puede alcanzar más de 90 centímetros.


Urutaú común



Endémicas de América del Sur, estas aves nocturnas, de plumaje pardo, también llamados pájaros fantasma, se hacen pasar por troncos durante el día.


Unas ranuras en los párpados les permiten detectar movimientos sin tener que abrir sus gigantescos ojos amarillos.


Lo más extraño de todo es su canto melancólico, que han descrito como «pobre de mí, estoy solo». Si lo escucharas de noche en un bosque oscuro, seguro tus ojos se pondrían tan grandes como los del urutaú.


Polilla tigre



Este insecto sudamericano nos recuerda a un payaso famoso que vende comida rápida, pero para este insecto, lo importante no es terminar en una cajita feliz.


La polilla tigre (Idalus herois) emite chasquidos para bloquear el radar natural de los murciélagos, los cuales utilizan ecolocación para rastrar presas. Los chasquidos también podrían anunciar que son un bocado muy poco apetecible, informa en un correo Bill Conner, biólogo de la Universidad Wake Forest en Carolina del Norte.


El bloqueo de sonar y la publicidad de mal sabor son una defensa que «cubre dos frentes», señala Conner.



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