En la Antártida, están creciendo plantas, y esto no es una buena noticia ni para el continente helado ni para el futuro de nuestro planeta. Un nuevo estudio publicado en la revista Current Biology confirma que las plantas llevan diez años extendiéndose rápidamente debido a las altas temperaturas.
“La Antártida es como el canario en la mina de carbón”, explica Nicoletta Cannone, principal autora del estudio y profesora asociada de ecología en la Universidad de Insubria. El gélido paisaje de ese continente significa que pocas plantas crecen en él, y que normalmente lo hacen muy separadas.
En ese frío continente, sólo hay dos especies que dan flores y el estudio recién publicado se ha centrado precisamente en estas dos especies: la Deschampsia antarctica, que es un tipo de planta herbácea, y la Colobanthus quitensis, que florece con diminutas flores amarillas. “Estas plantas están bien adaptadas al clima antártico. Son capaces de hacer fotosíntesis a temperaturas bajo cero o cubiertas de nieve y reinician su crecimiento cuando termina el invierno.”
Una de las islas que forman parte del archipiélago de las Orknay del sur, Signy Island, ha sido el lugar elegido para realizar las observaciones, es allí donde Cannone y sus colegas se han centrado en estudiar la población de las dos especies de plantas. La razón para esta elección es que hay muchos datos históricos sobre la presencia y extensión de estas plantas en las islas desde los años 60. Lo que los investigadores han hecho ha sido comparar este registro histórico de datos con observaciones de las plantas realizadas entre 2009 y 2018.
“Nuestra hipótesis es que la sorprendente expansión de estas plantas se debe principalmente al calentamiento del aire del verano, además, planteamos la hipótesis de que el evento climático del fuerte enfriamiento del aire detectado en 2012 no pareció influir en la dinámica de la comunidad vegetal en esta isla. Esta es la primera evidencia en la Antártida de respuestas aceleradas de los ecosistemas al calentamiento climático, lo que confirma observaciones similares en el hemisferio norte. Nuestros hallazgos respaldan la hipótesis de que el calentamiento futuro desencadenará cambios significativos en estos frágiles ecosistemas antárticos” señala Canonne en la publicación.
La Colobanthus ha crecido a un ritmo tres veces más rápido en estos nueve últimos años comparado con los índices de crecimiento entre 1960 y 2009. La Deschampsia, por su parte, no es que haya crecido, es que se ha disparado hasta el punto de que su extensión y crecimiento es hoy diez veces superior a hace una década, lo que indica que a estas plantas les ha favorecido el cambio de temperatura.
Las temperaturas han subido una media de 1 grado Celsius al año, pero está claro que es lo suficiente como para que las plantas se sientan ahora a sus anchas. Esto nos indica que el ecosistema no ha tenido un cambio abrupto en términos humanos.
“El estudio es la primera evidencia del impacto acelerado del Cambio Climático en la Antártida”, explica Cannone. “Las plantas son el mejor indicador que tenemos de los efectos del cambio climático porque no pueden desplazarse como los animales cuando se producen cambios en su entorno”.
Un estudio en 2019 informa de que una cuarta parte de los glaciares del continente se han desestabilizado respecto a cómo estaban en 1992. Los glaciares hacen un trabajo crucial como válvulas que evitan la pérdida de hielo y hay algunos como el de Thwaites que muestran un aspecto realmente preocupante. La Antártida también ha sufrido en las últimas décadas, una pérdida masiva de hielo. Entre 2008 y 2015, esa pérdida se cifra en 32 millones de toneladas anuales de hielo que se pierde en el mar.
Probablemente haya otros factores que intervienen en este crecimiento anormal de las flores. La actividad de las focas suele interferir en su crecimiento, y las poblaciones de focas han decrecido en los últimos años, pero la razón última del cambio sigue siendo la subida de las temperaturas, y estamos viendo sus efectos a un ritmo mucho más acelerado de lo que esperábamos. “Esperábamos ver un incremento en las poblaciones”, termina Cannone. “Pero lo que hemos registrado se sale de todas las escalas y es una clara voz de alarma sobre el calentamiento”.
Aunque el continente no está experimentando cambios tan rápidos como los del ártico, está claro que la Antártida no es inmune al cambio climático como algunos científicos habían llegado a teorizar. Un estudio publicado en 2020 advertía de que la Antártida se ha calentado a un ritmo tres veces más rápido que el del resto del mundo durante los últimos 30 años.
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