La historia siempre ha girado en torno a la restauración y consolidación de paz, cuando se ha sido absurdamente cruel y abusivo con el medioambiente. El conflicto desatado por los recursos naturales y el medioambiente radica principalmente en las ansias de poder, dominio y riqueza, desangrándolo hasta un punto de no retorno que amenaza la salud humana y la extinción de ecosistemas únicos a nivel mundial.
La fuerza de la naturaleza es tan grande que ha golpeado innumerables veces a la humanidad. Eejemplo de ello fueron el tsunami y el sismo que padeció Japón en 2011, en el que murieron 18.430 personas, sumados a ellos el accidente nuclear en Fukushima, la ola de calor que sufrió Europa en 2003 o el huracán Katrina en 2005, este último en el que más de 1.800 personas perdieron la vida.
Más allá de todo tipo de apasionamiento por querer tener control por el entorno en el que vivimos, podemos confirmar una verdad inminente e incómoda para muchos que aún siguen en estado negacionista: el ser humano es el detonante del daño ambiental que sufre el planeta Tierra.
El análisis vergonzoso parte de bombardeos, minas terrestres compuestas de uranio empobrecido, minas ilegales que algunas veces son financiadas por parte de grupos conflictivos, pérdida del suministro del agua por desechos químicos, cultivos ilícitos y tierras deforestadas e incendiadas. Todas estas situaciones hacen que las poblaciones que padecen esta crítica realidad actúen con una supervivencia insostenible.
Pero, ¿qué papel desempeñan los gobiernos y cómo pueden llegar a un futuro cercano en el cual se consolide la paz medioambiental?
Consideremos esta pregunta como el punto de partida para identificar los riesgos del conflicto y las oportunidades vinculadas a restablecer y mitigar el impacto sobre los recursos naturales y el medioambiente.
Según Environmental Peace Building, se debe partir de seis puntos básicos:
Identificar los puntos críticos de la mala gestión ante las situaciones de conflictos provocados por el control o financiamiento de los recursos naturales.
Determinar cuáles son los factores claves que permiten el desarrollo de políticas, gobernanza y control sobre los recursos naturales.
Analizar cuáles son las conexiones de fuentes de conflicto relacionadas con los recursos naturales.
Determinar cómo es el comportamiento y dependencia hacia los recursos naturales y las posibles vulnerabilidades.
Restablecer el medioambiente y los recursos naturales como prioridad en la consolidación de paz.
Evaluar la capacidad de cada uno de los gobiernos para poder capitalizar la construcción de paz y contener el conflicto.
Si me preguntan, creo que la gente tiene un interés genuino que se materializa en una ética de comportamiento individual y social, pero se intensifica aún más, cuando las políticas gubernamentales reaccionan frente a incentivos ambientales.
Los esfuerzos son cruciales para promover un marco político relevante, no solo mitigar los cambios climáticos y el daño al medioambiente, sino en generar una reconciliación al fuego cruzado entre países.
El objetivo de unificar el medioambiente con los recursos renovables potencializa la paz, dándole paso a la recuperación económica y logrando llegar a cabo una vida sostenible en cada uno de los ciudadanos. La mayoría de los países que padecen o se han recuperado de conflictos pasa por el desafío que muchas veces es abrumador para alcanzar la paz.
Se tiene en juego recursos naturales que son invaluables como oro, diamantes, madera, coltán y cobalto; sin embargo, la ventaja que los caracteriza es que dichos recursos pueden ser producidos de forma sostenible y ambientalmente viable, generando oportunidades económicas que les permitirán ser competentes dignos a nivel internacional, aliviando la pobreza, reparando a las víctimas, creando puestos de trabajo e imponiendo un modelo económico próspero.
El verdadero reto surge de abordar la compleja dinámica que hace que resurjan los conflictos hacia los recursos naturales y cómo pueden los gobiernos gestionar los recursos de alto valor cuando vuelve a caer en el círculo vicioso de conflictos, corrupción y clientelismo.
Esta realidad es mucho más cruel y despiadada.
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