El secretario deMedio Ambiente y Recursos Naturales, Víctor M. Toledo, reiteró la urgencia de replantear la visión del ser humano sobre su entorno natural; retomar el nuevo conocimiento científico que se basa en la teoría de Gaia, que presenta a la Tierra como un organismo vivo, y dejar atrás la ciencia convencional que sólo la considera un ecosistema que debemos conocer bien para explotarlo.
Dijo que esta última visión quedó radicalmente cuestionada por la ciencia moderna: “La naturaleza está viva, habla, y el ser humano debe escucharla. Debemos buscar el equilibrio, que es equivalente a la salud. Al no haber equilibrio, hay enfermedad”, precisó.
Durante su participación en el seminario internacional “Agrobiodiversidad: geografías, sujetos y gobiernos de los bienes comunes en la reconstitución de los sistemas alimentarios para el vivir bien”, convocado por la Comunidad de Estudios Jaina, el titular de la Semarnat advirtió que la especie humana está justamente en un momento de crisis en el que la naturaleza nos tiene que civilizar, por lo que debemos recapitular para rearreglarnos en términos sociales, de organización, gobernanza y tecnologías.
En la inauguración del seminario, Víctor M. Toledo ofreció la Conferencia Magistral “Agrobiodiversidad y protagonismo histórico de los pueblos indígenas en los territorios.
Reflexiones desde la memoria biocultural”, y coincidió en varios conceptos con el también expositor Luciano Concheiro, subsecretario de Educación Superior de la Secretaría de Educación Pública.
Destacó el reto que implica revertir los efectos de la forma de producción del sistema neoliberal y que se basa en la destrucción de la tradición, lo que lleva a limitar el potencial de la bioculturalidad.
Aseguró que esta memoria biocultural está muy presente en los países de América Latina, donde se estima una población rural de 160 millones de productores, de los cuales 65 millones son campesinos, y entre 40 y 55 millones son parte de los pueblos indígenas que hablan mil 26 lenguas diferentes.
Esta bioculturalidad no es sólo resultado de la variedad de pueblos originarios, sino que también incluye a afroamericanos y habitantes rurales de origen europeo, que en conjunto dan toda una gama de posibilidades de conocimientos y que representan una expresión de lo biocultural.
En cuanto a la agrobiodiversidad, recordó que es el resultado de la domesticación de especies, territorios y agua a lo largo de más de 10 mil años, lo que a su vez ha traído como resultado una serie de procesos de carácter coevolutivo, porque se trató de un fenómeno de domesticación de ida y vuelta, de manera que el desarrollo de la civilización no es sino resultado de una adecuación entre culturas humanas y su entorno natural.
Un ejemplo de ello es el de Mesoamérica, explicó, donde la agrobiodiversidad generó la creación de 56 razas de maíz, que a su vez permitió el desarrollo de más de 120 culturas, en el caso de México, y que después se redujeron a 60 por la desaparición causada por enfermedades y por el encuentro con otras culturas.
Toledo Manzur expuso que lo anterior nos demuestra que cuando hay crisis, como la que vivimos actualmente, es porque las culturas están fallando en su relación con sus ecosistemas y “la naturaleza castiga a las culturas humanas cuando estas fallan”, porque se trata de un mecanismo de adaptación o de expansión poblacional.
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