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Metates y molcajetes de San Lucas Evangelista (Jalisco)



La piedra para los metates y molcajetes se extrae de las minas que se localizan en el municipio de Tlajomulco.


En el estado de Jalisco se encuentra San Lucas Evangelista, un pueblo -como muchos otros- lleno de historia y tradición. Cerca de Tlajomulco, un camino de terracería nos conduce a este sitio, donde podemos admirar la fachada de su iglesia de tiempos de la colonia adornada con figuras de indígenas y españoles. En este pequeño lugar vive Abraham, un muchacho de 14 años que tiene una gran sonrisa y ojos brillantes; es el mayor de siete hijos y el único varón. Como a otros jovencitos de su pueblo le gusta ir a la escuela porque aprende cosas nuevas, pero Abraham es diferente, ya que en su tiempo libre hace metates y molcajetes de piedra en compañía de su papá.


Cuando fui a visitarlo, me llevó a la parte de atrás de la casa, al rincón del trabajo, espacio donde se encuentran apiladas una gran cantidad de piedras de distintos tamaños y algunas herramientas. A mi llegada al taller, don Nacho -su padre- me recibió con gusto y me contó un poco sobre su oficio: hacer metates y molcajetes, que en realidad es el oficio del pueblo. “Nuestros antepasados trabajaban la piedra, yo aprendí de mi padre; ahora estoy enseñándole a mi hijo, y así nos vamos pasando la tradición, la costumbre y los conocimientos” -comentó. Pero cuando Nacho aprendió el oficio, tenía la inquietud de cambiar la obra, de hacer algo diferente y sobresalir en su trabajo. Por ello comenzó a adornar los molcajetes con cabezas de toros, borregos, palomas y otras figuras, hasta que logró su objetivo: convertirse en un artesano. Él considera que elaborar y diseñar una pieza no sólo implica pasar horas y horas sentado golpeando y dando forma a la piedra, sino que es un trabajo pesado que debe conocerse bien para poder realizarlo.

Mientras escuchábamos a Nacho, Abraham tomó entre sus manos una piedra y comenzó a golpear y golpear con el martillo y el cincel, dando forma al molcajete en turno. Aunque apenas se inicia en el oficio de la piedra, desde pequeño se sentaba junto a su padre cuando estaba trabajando y lo observaba; con el tiempo empezó a hacer sus tejolotitos, sus molcajetes, y ahora ya graba las piezas. Desde luego su padre lo va guiando y le explica los secretos de este trabajo. Nacho orgulloso de su hijo, comenta: “he tratado de enseñarle un poco más la artesanía. ¡Ya hace piezas completas él solo!” El joven artesano prefiere hacer un molcajete que jugar con sus amigos. Para sus diseños y figuras, Abraham se inspira en sus sueños, los libros y su padre; por ejemplo, “sueño un torito que es un salsero, lo traigo, lo figuro, lo pinto y ya está”. La piedra para los metates y molcajetes se extrae de las minas que se localizan en el municipio de Tlajomulco.


Los lugareños aseguran que este tipo de material no se ha encontrado en otro sitio. Al respecto, Nacho nos explicó: “Ya nuestros antepasados trabajaban la piedra, no sabemos cómo se dieron cuenta dónde había esta clase de veta, pero nos dejaron indicios para que nosotros pudiéramos hallar las minas. Mi papá dio con una veta, aprendí de él dónde están, ahora yo estoy enseñando a mi hijo. “Aunque había desechos de rajuela (pedacería de piedra), empezamos a limpiar y limpiar, escarbando dimos con las vetas, las cuales se pueden encontrar a un metro de profundidad. Generalmente hacemos excavaciones de 3 o 4 m, lo que causa que se vayan formando cuevas conforme sacamos la piedra”. Hay piedras enormes que llegan a pesar hasta una tonelada o más; para extraerlas utilizan pólvora negra y mecha de agua para reventarlas y sacar cuarterones más grandes que un costal, cuando encuentran piezas chicas las sacan a pico y barra, un trabajo rústico y muy difícil.


En temporada de lluvia es muy peligroso trabajar porque las minas se inundan y la piedra se humedece. Por esta razón en varias casas vemos una pila de piedras, las cuales se utilizan en ese tiempo y de no guardar algunas no tendrían trabajo en más de tres meses. Cuando Abraham va por las piedras ya tiene una idea de la figura que va a elaborar. Ahí en la mina, cortan las piedras del tamaño adecuado según la forma y las dimensiones del objeto que van a realizar, y las transportan en burro hasta su casa, donde continúan con la elaboración de la pieza: se dibuja, se marca y se pule, es decir, se le da el acabado. En un promedio de tres días de trabajo en el taller la obra está terminada.


Hace algún tiempo Abraham participó en un concurso municipal de artesanías organizado por el DIF de Jalisco con una rana y una tortuga. Ambas piezas ganaron en el municipio de Tlajomulco. De esta manera Abraham pasó a la siguiente etapa a nivel estatal; en esa ocasión con un molcajete de corazón, adornado con tres palomas, con el cual ganó nuevamente. Su pieza fue expuesta en México y en el DIF de Tlajomulco. Sólo me resta decir que en San Lucas Evangelista podemos encontrar molcajetes largos, redondos, en forma de canoa, palomas, toritos, y corazones; todos ellos producto de una larga tradición artesanal.

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