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Navidad a la mexicana: 4 estados para celebrar diferente



Las celebraciones más originales tienen lugar en Michoacán, Oaxaca, Yucatán, Veracruz y el Estado de México. ¡Descúbrelas y pasa una Navidad a la mexicana!


Una Navidad a la mexicana va más allá de los típicos adornos con luces, la cena de gala y el espíritu fraternal, la Navidad se festeja en todo el país con lo mejor de nuestra esencia.


Estas celebraciones son un ejemplo del sincretismo cultural que posee nuestra tierra. Aquí te mostramos cinco formas muy originales de pasar la Navidad.


1. Michoacán, unión de creencias


Después de la conquista española, con las enseñanzas de Vasco de Quiroga, el primer Obispo de Michoacán, la Navidad ha resultado una fusión de la cultura purépecha con la ibérica.


Entre las tradiciones ancestrales que sobreviven hasta nuestros días en los poblados pertenecientes a Michoacán, se encuentra la fiesta de Takari, realizada en Tarímbaro, en la cual se efectúa una danza por diversas calles del pueblo, al tiempo que se recoge heno para elaborar el lecho del Niño Dios.


Las figuras del Nacimiento se manufacturan de forma artesanal. Las imágenes en ciertas regiones son de madera tallada o cera, sobre todo las procedentes de Morelia y Jacona.


Las de materiales textiles se elaboran en San Lorenzo Purenchécuaro, mientras que las de hoja de maíz y fibras vegetales, son propias de las zonas lacustres de Pátzcuaro y Zirahuén.


Las representaciones del Nacimiento, la Virgen, San José y el Niño se engalanan con ornamentos de las distintas etnias y se rodean por figuras que refieren danzas típicas michoacanas, como “los Moros” o “los Viejitos”, mujeres indígenas moliendo en metates, o pescadores con las tradicionales redes de mariposa.


Otros ritos tienen lugar en Quinceo, un poblado de Paracho, cerca de Uruapan, donde se lleva a cabo la fiesta Uarokua, en la que se representa el momento en el que se corta el cordón umbilical al Niño Dios.


Existen otras prácticas que se consuman en todo el territorio michoacano, como la de colocar una estrella en la punta de un poste y encenderla para dar señal de que en ese lugar se celebra una fiesta.


También hay personas que durante la temporada navideña toman cargos especiales como los huanánchechas, quienes son los responsables de mantener las tradiciones vivas.

Otra figura son las “encendedoras”, un grupo de mujeres que se comprometen al cuidado de las velas en las iglesias.


Por su parte, los “danzantes” son quienes se encargan del folclor musical en estas festividades. Destacan “los kúrpites” en San Juan Nuevo, cerca de Uruapan; “las huapanas” en Ihuatzio, próximo al Lago de Pátzcuaro; y “los turicha”, en Quiroga.


Con danzas que conjugan elementos indígenas y católicos, ritos que celebran el origen del Niño Dios ataviado en vestimenta étnica o nacimientos en los que se incluyen escenas del acontecer diario de los diversos poblados de Michoacán. Una temporada para celebrar la Navidad a la mexicana.


2. Oaxaca: Noche de Paz, Noche de Rábanos


De las festividades navideñas que se llevan a cabo en Oaxaca, la Noche de Rábanos es la que goza de mayor tradición en la región.


Se realiza el 23 de diciembre, un día antes de Noche Buena, y consiste en crear y exhibir diseños especiales realizados a base de rábano y otras plantas.


Esta celebración tiene sus raíces en la época de la conquista española, cuando los frailes dominicos enseñaron a los indígenas zapotecos y mixtecos el cultivo de flores y hortalizas, en su mayoría traídas de España.


Los conquistadores cedieron algunas de sus tierras a un grupo de indígenas agricultores dedicados a la horticultura y floricultura para transformarlas en sembradíos; fue así como se fundó el pueblo de Trinidad de las Huertas o de las Naborías.


En aquella época se organizaba el mercado de la Vigilia de la Navidad el 23 de diciembre, donde los comerciantes llevaban a vender en la Plaza de Armas de la Vieja Antequera (hoy la ciudad de Oaxaca), el pescado seco salado y las verduras necesarias para el menú navideño.


Por su parte, los floriculturistas de la Trinidad de las Huertas llevaban sus verduras, con las cuales creaban figuras curiosas para captar la atención de la clientela.


Adornaban los rábanos con hojitas de coliflor y florecitas hechas con cebollas tiernas. Todas las verduras se colocaban en los puestos de manera artística, sin olvidar los canastos de flores, que eran cultivadas con esmero.


Esta práctica se fue arraigando con los años, hasta llegar el punto que las amas de casa no buscaban las figuras de verduras para formar parte de su cena navideña, sino de la decoración de sus mesas.


Con el tiempo, los horticultores salieron del mercado para presentar sus ingeniosas creaciones en forma de representaciones navideñas, personas, animales, danzas y otro tipo de artesanías, en exposiciones que se realizaban en importantes recintos como la Plaza del Marqués o al Plaza de Armas, hoy Jardín de la Constitución.


Se tiene registro que la primera exposición de este tipo se realizó en 1897, bajo el mandato del entonces presidente municipal, don Francisco Vasconcelos Flores.Es así como desde el siglo XIX, año con año se celebra la tradicional Noche de Rábanos.


Los artesanos que participan en ella empiezan a prepararse por lo menos con dos meses de anticipación. Cuando faltan tres días para la festividad, se inicia el proceso de manufactura y modelado de cada una de las figuras.


En la actualidad es un concurso donde se premian los diseños más hermosos y creativos. Se dan cita millones de hortelanos y floricultores que se inspiran en motivos navideños como el Nacimiento, la llegada de los tres Reyes Magos y las tradiciones oaxaqueñas.


3. Entre ramas y despedidas por Yucatán y Veracruz


Ciertos estados de la República comparten tradiciones como las ramas, una celebración protagonizada por los pequeños, versión infantil de las posadas.


Los niños preparan una cajita decorada en la que colocan una imagen de la Virgen María o la del Niño Dios, que iluminan con una pequeña vela, y una rama de areka o limonaria, adornada con globos, juguetitos y motivos navideños.


Con los altares ambulantes en mano, pasean por las calles coreando cánticos navideños en busca de dulces o dinero, que demandan bajo el nombre de “aguinaldo” (bolsitas con colación de temporada como cacahuates, naranjas, cañas y tejocotes).


En el caso de la Península de Yucatán, esta tradición comienza antes del primer día de posadas, el 16 de diciembre. El grupo de niños con ramas adornadas según su imaginación, cantan tocando las puertas de casa en casa.


Los versos del cántico comienzan con la siguiente estrofa: “Naranjas, limas y limones /más linda la Virgen que todas las flores /En un portalito de cal y de arena nació Jesucristo por la Nochebuena” y finaliza con la tradicional petición: Si no me dan mi aguinaldo/ mi aguinaldo ya la pagarán con Dios”.


Algunas rimas adicionales se cantan según la respuesta que hayan recibido en cada casa: “Muy agradecida porque en esta casa fue bien recibida. Pasen buenas noches, así les deseamos… “, o si no corren con suerte: “Ya se va la rama muy desconsolada porque en esta casa no le dieron nada…”.


Otras de las tradiciones de Yucatán es que el último día del año las familias crean un muñeco vestido y disfrazado de anciano que representa el año viejo.


Lo dejan reposando en la puerta de la casa hasta que suenan las doce campanadas, hora en que salen a quemarlo, despidiendo al año que se va.


En Veracruz la celebración de las ramas es casi idéntica, pero a ella se le complementa con otra tradición muy parecida, con cántico y finalidad diferentes, que se realiza cerca del fin de año.


Los niños se disfrazan de ancianos con barba blanca y bastón, y encorvados corean un cántico llamado El Viejo buscando representar el año que termina.


4. Tepotzotlán, y sus pastorelas


Celebrar la temporada navideña gozando de las representaciones del nacimiento de Cristo en Tepotzotlán, Estado de México, se ha convertido en toda una tradición nacional e incluso internacional.


En estas pastorelas (las Famosas Pastorelas de Tepotzotlán) se conjugan los elementos de la Navidad con los de las fiestas mexicanas, las tradiciones indígenas de nuestro pueblo con la influencia española.


Año con año, desde 1964 se llevan a cabo estas representaciones teatrales donde participan alrededor de 150 personas, tomando como marco el Ex convento Jesuita de Tepotzotlán.


En el escenario se despliega la alegría de la banda, el mariachi y el canto popular mexicano. Los fuegos artificiales iluminan el patio conventual y el pícaro sentido del humor mexicano, combinado con la poesía y la reflexión humanista del tema bíblico, se apodera de la atención de los asistentes.


Las frías noches de invierno se tornan cálidas con el sabor del ponche, los tamales, el atole y los buñuelos, que se ofrecen al tiempo que se disfruta de esta representación.


Así que si no sabes que hacer o quieres probar algo diferente, celebra la Navidad a la mexicana con cualquiera de estas opciones.

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