El surrealismo, al igual que la inmensa mayoría de los movimientos artísticos, estuvo dominado por hombres. Sin embargo, Remedios Varo, una pintora española que se estableció en México, logró destacar al darle su propio giro al movimiento, con una estética onírica y meticulosa marcada por el dolor de la guerra y la experiencia femenina.
“Varo invocó la iconografía de una variedad de fuentes, alegorías renacentistas, el misticismo católico, el sufismo y la psicología junguiana”, dice la casa de subastas Sothebys.
Gracias a su singular visión, la obra de Varo la ha llevado a convertirse en una de las mujeres artistas más célebres del mundo hispanoparlante, y una figura clave del arte de mediados del siglo XX.
¿Quién era Remedios Varo?
Remedios Varo –cuyo nombre completo era María de los Remedios Alicia Rodriga Varo y Uranga– nació el 16 de 1908 diciembre en Anglés, Girona, España. Nacida en una familia acomodada, su primer contacto con el arte fue gracias a su padre, un ingeniero hidráulico, quien le enseñó dibujo técnico cuando era pequeña.
Impulsada por su interés y destreza en las artes, Varo ingresó a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de donde egresó en 1930 con un título que le permitía dar clases de dibujo.
El apogeo de la carrera de Varo tuvo lugar en la década de 1950. En 1953, se casó con Walter Gruen, a quien Varo conocía prácticamente desde su llegada a México. “Muchas personas creen que yo era un mecenas y que Remedios fue mi artista elegida […] Tenía un empleo mal pagado pero era suficiente para subsistir”, contó Gruen en 1994. Sin embargo, a él se le atribuye haber persuadido a Varo para que dejara el arte comercial, así como haberle brindado las condiciones para que la artista pudiera dedicarse de lleno a la pintura.
Su primera exhibición en solitario, que tuvo lugar en 1956 en la Galería Diana de la Ciudad de México, fue muy bien recibida. Esta época marcó el periodo más prolífico de su carrera. “El uso del dibujo […] caracteriza la obra de Varo en su etapa mexicana, donde encuentra una nueva dimensión del surrealismo en la interpretación de la realidad desdoblada en distintas versiones, en una mezcla de ficción, sueño y premonición”, explica el Museo Reina Sofía.
En la última década de su vida, la obra de Remedios Varo se volvió codiciada por los coleccionistas. “Pero de hecho, el dinero no le impresionaba, porque tenía un valor limitado para ella”, recuerda su esposo. “Desde su primera hasta a su última pintura en México, Remedios mantuvo el mismo nivel de calidad y perfección. A ella no le importaba si trabajaba en una pintura durante un mes o más”.
Remedios Varo falleció de un infarto en 1963, a la edad de 54 años, poniendo fin a una emocionante carrera. En su estudio estaba su último cuadro: Naturaleza muerta resucitando, y el boceto de un cuadro que llevaría el título de Música del bosque.
A más de 50 años de su muerte, la obra de Remedios Varo sigue siendo apreciada por su estética onírica y juguetona, con cuadros llenos de detalles minuciosos que exploran las profundidades del subconsciente humano.
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